Yasser se aproxima al ser humano desde una especie de poesía descarnada, logrando gran impacto escenográfico, por las luces, los movimientos y contorsiones evidentes e implícitas y los fragmentos y símbolos que potencian su discurso de redescubrimiento y autorreflexión.
Si su pintura constituye una invitación al viaje cuestionador, su grabado resulta un asalto -sin perder la vocación lírica, latente en cada una de sus piezas, aun en las más crudas- una exposición casi dolorosa de nuestra condición humana.
Desde una técnica cada vez más especializada, este joven artista comparte sus visiones sobre la consistencia material y espiritual del hombre, a la vez que tales planteos develan también transiciones, conversiones y una capacidad transformadora inagotable.
Yania Collazo González
Crítico de Arte